lunes, 8 de julio de 2019

QUIEN CON MONSTRUOS SE ACUESTA...


En los colegios se suele preguntar a los niños qué quieren ser de mayores. Sus respuestas pueden ser muchas. De futbolistas a enfermeros. De abogadas a ingenieros. De ganaderos a jardineras. También hay quien respondería que no quiere trabajar.
Para esos, según los comentarios de algunos partidos políticos, en España tenemos sitio de sobra. 
Solo hay que cumplir unos requisitos:
- Ser inmigrante. 
- Ser inmigrante ilegal. 
- Ser inmigrante ilegal homosexual.
- Ser inmigrante ilegal, negro y homosexual. 
Un póker en toda regla. 

A estos colectivos, al parecer, les lloverían las ayudas y prestaciones del Estado. Además tendrían a todos los chiringuitos progres al servicio de su causa. 
Si a todo eso le añades que sean musulmanes, consigues el repóker.

A los que piensan así, les diría que se fueran a un lugar de nuestros entorno con leyes similares para vivir como inmigrante ilegal. Quizás entonces se le quitaría la tontería con un buen hostiazo de realidad. 

La última cafrada de todo esta guerra contra la inmigración ha sido multar a las ONGs que salvan vidas en el mar Mediterráneo. La idea era meter a toda la tripulación en la cárcel por favorecer la inmigración ilegal. Y aunque hay leyes denigrantes, todavía no han llegado a tanto.



Decía Gerardo Tecé en una publicación en el diario digital Público, que la tercera Guerra Mundial iba a ser contra los miserables. Y así parece. 

En esta Guerra no habrá campos de batalla, ni armas ni soldados. Bueno, soldados sí. Monstruos más bien. Sobre todo en redes sociales, periódicos , televisiones y otros medios de comunicación. 
Su misión, blanquear el racismo. Y de paso la homofobia y la islamofobia. 
Por eso mismo, 83 años después de la última Guerra tenemos opciones. Hay fascistas sí. Y muchos. Fascistas miserables que llevan tiempo pululando por este país. Solo que ahora están desbocados.
Pero no habrá militares armados en frente. 

Si hay una violación, los miserables investigarán el pasado del violador para conocer su país de procedencia. Algo al parecer, fundamental en estos casos. O rascarán sobre la vida de la víctima después de la violación. Levantando la sospecha si no vive encerrada en su casa y deprimida.

Si en la marcha del orgullo hay alguna foto subida de tono en las redes, los miserables harán de esa foto su bandera. Que no es la del arco-iris. Es negra. Como si esa foto fuera lo habitual del colectivo LGTBI. La excepción hecha regla. Su modus operandi desde que el mundo es mundo. 

Los miserables te venderán (con espuma en la boca) que el problema principal de la vivienda son los okupas y no el precio de la misma. 
Los miserables te explicarán que en este país no nacen niños porque es legal el aborto. En vez de hablar de parejas con economías precarias y con la única posibilidad de tener hijos en una franja de edad mucho más alta que antes. 
Los miserables te dirán que si tienes un trabajo precario o pocas ayudas del Estado, es por culpa de la inmigración ilegal. 

Los miserables siempre están gritando y siempre están cabreados. Vomitando odio y miseria mientras el Mediterráneo se llena de muertos, los desahuciados se suicidan,  el colectivo LGTBI es agredido y los trabajadores sobreviven como pueden. 

Decía Nietzsche, que "quién con monstruos lucha, que se cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti".
Eso le empieza a ocurrir a Cs. No resulta raro ver a Cs en el papel de víctima cuando le increpan en las fiestas del orgullo, en la manifestación feminista del 8M o fiestas populares de las ciudades y pueblos. 
Ellos lo achacan al discurso de odio que sobre ellos ha escupido Podemos o el PSOE. Pero lo cierto es que esos colectivos, esas celebraciones, esos pueblos o esas personas son los mismos de años atrás. Y no les molestaban. El problema es que la linde acabó, pero Cs ha decidido seguir adelante. De aquellos polvos vienen estos lodos. Se han juntado con monstruos. Negando además lo innegable. Sus pactos.

Se han convertido en los monstruos contra los que deberían luchar. Y desesperados piden a los homosexuales (que deben poder ir a terapia para dejar de serlo, según Rocío Monasterio de Vox) que les hagan caso. Estas cosas ya las hacían en Catalunya diciendo que gobernarían para todos. También para los supremacistas adoctrinados independentistas. 

Aunque esos monstruos siempre han estado entre nosotros. Ahora ya están en nuestras instituciones. Llenando de miseria y odio Parlamentos, Ayuntamientos, Juntas o Asambleas


No debería preocuparnos tanto el grito de los racistas, de los homófobos o de los fascistas. Lo que más debe preocuparnos es el silencio del resto. 

Volviendo al inicio del escrito, a esos niños que dudan sobre su futuro, solo nos cabe confiar en que sean de mayores lo que quieran mientras no sean unos miserables. Y mientras no guarden silencio y no sean tolerantes ante los monstruos que gritan tanto.