sábado, 1 de febrero de 2020

NUNCA PEDIREMOS PERMISO


Criminalizar un grupo, un movimiento, una asociación o a una persona es bien sencillo. Bastan 4 pseudotertulianos en la televisión, 4 mamporreros en la radio y 4 plumillas en los periódicos.
Con poco más que eso la AVT hace años intentaba censurar los conciertos del grupo navarro Lendakaris Muertos. Aquel tema ETA, deja alguna discoteca no les hacia mucha gracia. Han pasado los años y parece que ya hilan más fino con el humor y la ironía del grupo navarro y han entendido el cachondeo, por ejemplo, de uno de sus últimos temas, Gore ETA.
Más grupos sufrieron esta criminalización y de manera más contundente. Su ta Gar, Berri Txarrak y especialmente Soziedad Alkoholika. Estos últimos acabaron juzgados y absueltos. Pero la caverna nunca les dejó en paz.


Los pasos para la criminalización son bien simples. Tras la propaganda de los medios de comunicación se crea un estado de alerta. Es entonces cuando hay quienes se sienten en la necesidad de actuar. Nada mejor que la abogacía del Estado y la Fiscalía actuando como hooligans en vez de como profesionales.

Hace unos meses, Tamara Carrasco fue considerada la Bin Laden del independentismo, la Josu Ternera de la Lluita armada, la Pere Bascompte de Terra Lliure.
Acusada de terrorismo y rebelión por considerarla la cabecilla de los CDR, que abrevia lo que antes eran Comitès de Defensa del Referéndum y ahora son Comitès de Defensa de la República.
Creados con el objetivo inicial de facilitar la realización del Referéndum del 1 de Octubre de 2017, tras ese día se centraron como objetivo principal en la desobediencia civil y pacífica con el fin de proclamar la República Catalana. Incidentes por aquí y disturbios por allá les pusieron en la pista de las fuerzas de Seguridad del Estado.
Quemar contenedores no era suficiente para meterles un buen puro. Buscaron por lo tanto bombas y planes de atentados.
Las acusaciones a Tamara le costarían decenas de años en prisión. Lo mismo que a 9 Cdrs más. Terroristas clarísimos con planes claros y obvios de atentados. Cuando uno busca bien, encuentra lo que quiere.
Supimos cuando entraron y como todo el Estado de derecho iría a por ellos. Nos ha costado más saber que Tamara salió sin cargos y ahora solo piden 7 meses por un whatsapp donde invitaba a cortar carreteras.
También nos ha costado saber sobre los otros 9. Entraron directos al calabozo por pertenencia a banda terrorista. Pero las portadas sobre su salida fueron más bien escasas.


Antes de ayer fueron grupos de rock, ayer fueron asociaciones u organizaciones. Hoy ya están yendo directos a por la ilegalización de partidos políticos.
Decían Barricada en su archiconocido tema, No hay tregua, que "cuando se aprende a llorar por algo, también se aprende a defenderlo". Y eso es lo que debemos hacer. Más allá de compartir o no los motivos. La calle es democracia. Y debemos mirar el derecho de los que se manifiestan. De los que protestan. 
De la criminalización han pasado a la Ley Mordaza. Leyes creadas para callar al pueblo. Para amordazar a los que piensan distinto. A la protesta pacífica. 

Los agricultores han salido estas semanas también a la calle. Han cortado carreteras, han montado altercados y han sido aporreados por la policía. Nadie en su sano juicio debe criminalizarlos. Porque están en su derecho. La derecha española aquí ha callado. Un altercado, un contenedor quemado en una manifestación independentista es terrorismo. Pero no en una manifestación de agricultores. Una carretera cortada es casi rebelión, solo si quien la corta es independentista.


El pueblo tiene derecho a manifestarse y quienes los criminalizan no deberían luego aprovecharse de los logros conseguidos por esos movimientos. Los dueños de las calles necesitan tener todo controlado. En Francia más de un mes de huelga con disturbios e incidentes ha echado para atrás la subida de la edad de jubilación que pretendía Macron. En España hubiéramos metido en prisión a las miles de personas que la liaron por las calles todos esos días. Y un gran porcentaje de la población hubiera criticado a todas esas persona. Eso sí, a la hora de jubilarse, se aprovechan de lo conseguido por esos disturbios.

En todos esas manifestaciones, no debemos mirar ni el dedo que apunta al contenedor en llamas ni al propio contenedor en llamas. Debemos mirar y entender lo que subyace detrás. Porque ahí está el problema. Todos la maquinaria mediática se centrará en el contenedor en llamas, en la excepción, para que nadie se centre en las causas y los motivos de los disturbios.

Si hay que pedir perdón después de protestar, se pide. Pero nunca pediremos permiso.