domingo, 23 de agosto de 2020

BIENVENIDO A LA REPÚBLICA DE MI CASA OKUPADA



 

En las últimas semanas, solo quien haya viajado a otro planeta, se habrá librado de la constante matraca de la televisión, los periódicos y las redes sociales sobre los okupas. Siempre ha sido un tema recurrente, pero al parecer, esta vez están entrando en masa a las casas donde vivimos. 

El movimiento okupa es un movimiento social que apoya la okupación de viviendas o locales deshabitados. La okupación es la respuesta al incumplimiento sistemático por parte de la administración de poder disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Derecho recogido en la Constitución que lleva décadas sin hacerse efectivo por parte de los poderes públicos. 

Surgió en España hace más de 35 años. Las directrices se basaban en la okupación de edificios que llevaban años o décadas abandonados y sin uso por parte de las administraciones. La intención era crear talleres, centros de actividades y debates o locales para disfrutar de la música en directo. La reacción de las autoridades estuvo a punto de dejar el movimiento en nada. Con jóvenes jugándose años de prisión por okupar edificios olvidados por los gobiernos. No fue el caso. La semilla de Barcelona acabó germinando en toda España.

Muchos crecimos escuchando a Barricada su "okupa, okupa, okupa" o a Reincidentes su "ante el paro y la especulación, patada en la puerta, ¡sí señor!". Justamente el paro y la especulación, además de los bajos salarios, provocó que el movimiento extendiera la okupación de locales a viviendas vacías por parte de familias que no llegaban a final de mes.

De un tiempo a esta parte nos muestran a diario gente desesperada porque le han ocupado la casa donde viven, creando la sensación de que nos podría tocar mañana a cualquiera. Es innegable que esos casos están creciendo de manera importante, pero los medios los han llevado a un sensacionalismo inconcebible. Haciendo uso del mismo, uno se imagina saliendo de casa a tirar la basura, a comprar el pan o a pasear al perro y a la vuelta tener la casa ocupada, la cerradura cambiada y el nuevo inquilino empadronado. Cuando la probabilidad de que alguien ocupe tu vivienda habitual es parecida a que te toque la lotería.

Okupar una vivienda habitada o una segunda vivienda resulta contradictorio para el movimiento okupa. El significado político de la okupación es el de llevar a primera línea de debate la dificultad de la ciudadanía para acceder a una vivienda. Por ello, solo es justificable la okupación de viviendas vacías como denuncia de su uso totalmente especulativo. 

Los medios saben de sobra que quienes se meten en tu vivienda habitual no son okupas. Serán en todo caso niñatos malparidos, delincuentes o mafias bien organizadas que están cometiendo un delito de allanamiento de morada. Pero los medios solo tienen una finalidad, criminalizar el movimiento, a las asociaciones que lo apoyan y a los partidos que muestren cierta simpatía con el mismo. 

Esos medios te repiten mil veces que hay 40 okupaciones al día en lo que llevamos de 2020 (sin especificar la tipología de los casos) pero nunca han puesto el foco en los verdaderos problemas de la vivienda:

  1. El precio abusivo del alquiler o de compra.
  2. Los desahucios, decenas de miles todos los años, la mayoría de ellos sin alternativa habitacional.
  3. La ridícula oferta de vivienda social en relación con la demanda.
  4. El elevado número de pisos vacíos que está en manos de las entidades bancarias.
  5. La especulación en el sector por parte, entre otros, de los fondos buitre.

Esos medios han decidido convertir el problema de la okupación en el único y gran "problema". Muchos consideran que si se le entrega un piso gratis a una familia en situación vulnerable, ellos entonces tampoco deben seguir pagando el suyo. La respuesta es muy sencilla. Deben seguir pagando porque pueden. Esas familias no. Y ojalá nunca se vean en esa situación.

La brocha gorda a la hora de redactar o modificar leyes nunca ha sido buena idea. Por eso, mientras unos hablan de patadas en el culo a los que dan patadas en las puertas, otros preferimos patadas en los huevos a los que trafican con derechos fundamentales como el de la vivienda.

miércoles, 5 de agosto de 2020

JUAN CARLOS PRIMERO, FELIPE DESPUÉS


Resulta asombroso ver a tanto demócrata defender estos días al rey emérito. Que para ello necesiten tirar de Otegi, Puigdemont o Puyol deja claro los malabarismos que tienen que hacer para sostener sus argumentos.

Juan Carlos I no trajo la democracia a España. Y ahora, fuera del país, tampoco se la lleva. Él lo que juró en su proclamación fue acatar los Principios del Movimiento Nacional, que no era otra cosa que la continuidad del franquismo.

La democracia la trajeron las miles de personas que se dejaron la vida en el intento o se pudrieron en prisión por tratar de acabar con la dictadura. Y en última instancia, los que se sentaron en una mesa pese a sus diferencias y llegaron a la conclusión de que ya era suficiente con 40 años de vergüenza. El rey aceptó lo que era imparable, la transición, no sin antes asegurarse su puesto perpetuo por escrito.

Dice Pedro Sánchez que se juzga a las personas y no a las instituciones. Tiene razón. Aunque justo en este caso nos encontramos con la excepción. El problema es precisamente la institución. Que un rey te salga corrupto y putero (hablo de Robert Baratheon), mirando el pasado, ya casi es lo de menos. Porque hasta un rey modélico sigue siendo indefendible. Incluso uno que inventa democracias o impide supuestos golpes de Estado.

La monarquía nos vino en el pack de la transición y de la Constitución del 78. Se aprobó y a estas alturas es mejor aceptarlo para que no se alteren algunos. Pero defender hoy un régimen monárquico en el que el rey "elegido" como jefe de Estado lo es para toda la vida, es cuanto menos sorprendente. Que su sucesión sea hereditaria rompe una de las leyes básicas de cualquier democracia. La falta de transparencia y la inviolabilidad completan un combo insostenible.

Esto no va de derechas ni de izquierdas. Ni siquiera de República. Esto va de democracia. Y en el s.XXI es inaceptable una institución que vulnera todos los principios democráticos.

sábado, 1 de agosto de 2020

NO TODO ERA ETA


Arkaitz Rodríguez será diputado por EH Bildu en el Parlamento Vasco. Las elecciones autonómicas dieron a los independentistas 21 escaños. Eso le ha convertido en una de las dianas favoritas de las redes sociales y medios de comunicación. Insistiendo en cómo es que posible un terrorista etarra pueda ocupar las instituciones públicas. 
La verdad es muy distinta de la que se cuenta en esos medios. Arkaitz fue condenado en 2001 a 3 años y medio de prisión por su vinculación a la organización juvenil de Haika. A 10 meses más de prisión por el sumario 18/98. Y a 6 años y medio en 2009 por el caso Bateragune, por pertenencia a banda armada. 
De la primera condena fue absuelto en 2006​ por falta de pruebas tras pasar dos años y medio encarcelado. Al igual que de la segunda tras casi un año en prisión preventiva. Y justo hace unos días, la última condena fue anulada por el Tribunal Supremo al considerar a instancias del TEDH que no tuvieron ni él ni el resto de acusados (Otegi entre ellos) un juicio justo. 

El lema "Todo es ETA" se llevó o intentó llevarse por delante periódicos, asociaciones juveniles, negocios particulares, grupos de música, etc. El pregón de aquellos años era que todos eran terroristas mientras no demostraran lo contrario. 


Casos como el de Udalbiltza, el periódico Egunkaria o la causa contra Segi, Ekin o Haika en el macro sumario 18/98 deberían provocar vergüenza ajena a cualquier demócrata. 
Muchos de los acusados, años después y con parte de las condenas ya cumplidas, demostraron su inocencia. 

Arkaitz tiene hoy 41 años, la cuarta parte de los mismos se los ha pasado en prisión de manera injusta. Unos años que nadie puede devolverle. Con un añadido, la opinión pública ya le ha juzgado y condenado, importando poco a día de hoy la resolución final de la justicia.
Aquella criminalización fue tan desproporcionada como pensada. La absoluta repulsa a la banda terrorista ETA nunca será excusa para no denunciar las barbaridades cometidas durante esos años.