jueves, 17 de octubre de 2019

BARCELONA NO ES GOTHAM


¿A qué esperan para actuar? ¿Que más tiene que pasar? ¿Hasta cuándo van a estar con los brazos cruzados? ¿No ven que la situación es insostenible?
Cortes de tráfico, vuelco y quema de contenedores, destrozo de mobiliario público, actos vandálicos. Importantes daños a sucursales bancarias,  negocios y rotura de lunas en comisarías. Multitud de heridos y decenas de detenidos.

Todo esto ocurrió en 2014 en Gamonal, el barrio más extenso de Burgos. Durante varios días se sucedieron multitud de manifestaciones y disturbios. Nadie pidió el 155. A nadie se le ocurrió sacarse de la manga una Ley de Seguridad Nacional (aprobada un año después).

Ahora estamos en Catalunya. La situación se ha complicado debido a las acciones totalmente reprochables de algunos violentos. En este caso es el 155 o "muerte y destrucción". La Ley de Seguridad Nacional o la anarquía. El Estado de excepción o el apocalipsis.

Tan reprochables son los actos aislados de violencia que no representan al independentismo catalán como los políticos echando más leña a los contenedores ardiendo.


Rivera dice que va "a estar al lado del Gobierno de España para que los buenos estén tranquilos y los malos no duerman". Miedo da su visión de los buenos y los malos.

Casado lleva tiempo pidiendo que las competencias en materia de prisiones vuelvan a la meseta. Ya que en caso contrario los líderes encarcelados tendrán en breve permisos penitenciarios. Según su opinión, los presos políticos deben cumplir la condena íntegra. No porque eso sea lo legal. Sino porque a él le sale de la barba.

Abascal va un paso más allá. Pide aplicar el Estado de excepción. Supuesto que contempla la suspensión de algunos derechos fundamentales como la libertad de residencia y circulación, la libertad de expresión, el derecho de reunión o de huelga. Una aberración que suena desproporcionada incluso viniendo de la extrema derecha.

Y Torra avisa. Habrá un nuevo referéndum antes que acabe la legislatura. Como si no hubiera aprendido de los errores cometidos en el pasado.

En 2014, en Gamonal, miles de vecinos salieron a las calles en contra de la decisión del Ayuntamiento de Burgos de construir un bulevar en uno de los ejes de la urbe burgalesa. Hoy salen cientos de miles en Catalunya en protesta de una sentencia judicial que viola los derechos fundamentales más básicos de varios políticos catalanes.


Nos venden los poderes fácticos el mantra de una realidad ficticia. La violencia estructural del movimiento independentista. Rechazada incluso por sus compañeros judiciales.
Los CDR son ETA. Y la violencia aislada y excepcional es la regla. Lo repiten como repetiría un papagayo "soy un loro" si así le enseñan insistentemente. Su única intención es vender a sus votantes, a los medios de comunicación, a gobiernos extranjeros y a quién quiera escucharles, la farsa de una violencia generalizada. Buscando una burda banalización de la palabra terrorismo.

Mientras, en sus casas, la gente enciende el microondas, prepara las palomitas y se sienta con su mantita en el sofá del salón para devorar durante horas las imágenes de los programas especiales sobre los disturbios en Catalunya. Como hizo hace semanas en el cine con la espectacular película de "Joker". Barcelona es Gotham. La ciudad arde en la más absoluta anarquía y el caos se ha adueñado de las calles. Hordas de delincuentes campan a sus anchas desde Sarriá a la Barceloneta. Y desde Monjuic a Sant Andreu.
Condenar la violencia es algo muy sencillo. Se condena y punto. Pero con el tema de Catalunya esa condena encierra algo más. Es una condena interesada. Que busca única y exclusivamente ligarla al independentismo. Algo absurdo, ya que precisamente la condena de esa violencia es en lo único en lo que están de acuerdo los independentistas y los constitucionalistas del artículo segundo.



La película del procès nos deja seguramente al Presidente Torra como Joker. En su bajada a los infiernos de la locura. Pero no es el único payaso de la historia. Rivera, Abascal y Casado con sus declaraciones guerra civilistas han aportado mucha chicha al argumento.
A los cuatro se refería el mayordomo de Bruce Wayne cuando decía, "hay personas que simplemente quieren ver cómo el mundo arde". Torra es un ultranacionalista. Al igual que los otros tres. Sólo les diferencia el idioma.

Atiborrados de palomitas, delante de la pantalla, muchos habían aplaudido días antes la entrada en escena del hombre murciélago. El juez Marchena. Con una única misión, meter en prisión a los malhechores. Es decir, a los políticos catalanes. Cien años de condena. Justicia infinita en la caótica ciudad.
Ahora sigue acechante en su guarida. Esperando la batseñal en el cielo de la city para poder actuar de nuevo. Contra Joker y contra sus súbditos que han convertido la ciudad en un estado de sitio. Pero también contra los guardianes del orden que al parecer no cumplieron con su cometido. La policía corrupta de Gotham.

Pero Gotham no necesita a Batman. No necesita a justicieros nocturnos que nos vendan quiénes son los buenos y quiénes los malos. No necesita a héroes que nos impongan la visión de la realidad. Necesita hombres como Harvey Dent. Hombres incorruptibles que busquen de forma incesante la justicia social. Una especie de Sánchez en campaña electoral. Pero Pedro se parece más al desquiciado Dos Caras. No sólo tiene la parte izquierda de la cara quemada. La derecha la tiene muy dura.



Cegados por la pantalla y los colores vivos del fuego en las calles, el espectador se pierde en el espectáculo audiovisual y olvida la diferencia que existe entre la comedia y la tragedia.
Olvida que la independencia de Catalunya no justifica ni un acto de violencia. Como tampoco lo justifica la unidad de España. Pero al igual que Gamonal no fue Faluya, Barcelona no es Alepo. Y nunca será Gotham. 
Olvida que la unilateralidad independentista no lleva a ninguna parte. Como tampoco la unilateralidad ultranacional española. Menos aún la negación de un conflicto al que de una vez por todas urge dar solución. 
Decía el Joker en una de sus frases más icónicas, "detrás de una  gran locura, existe una gran verdad". Detrás del sueño de la independencia, se esconde un estado español autoritario y poco democrático.  

Unos ya han elegido. El 155 o algo parecido que nos llevaría a un bucle infinito. Tomar las riendas de la Generalitat, convocar de nuevo elecciones y que vuelvan a ganarlas los independentistas.

Otros también lo hemos hecho. Un Harvey Dent sin la cara chamuscada capaz de conseguir sentar en una mesa a los payasos agentes del caos y acabar de una vez por todas con los espectadores embobados que están viendo y disfrutando del dantesco espectáculo.
Solo hay un camino, dialogar sin condiciones y con convicción. Hacer política de una puñetera vez. 


martes, 15 de octubre de 2019

SIN VIOLENCIA TAMPOCO ES POSIBLE


Tras pasar casi dos años en la cárcel y sin tener en cuenta posibles rebajas en la condena o el acceso a regímenes penitenciarios, algo más de 11 serían los años que le quedarían a Oriol Junqueras en prisión. El político catalán con la mayor condena dictada el 14 de Octubre por el Tribunal Supremo en el juicio al procès.

Muchos españolazos van a dormir a pierna suelta las próximas noches. Creen que serán más de 3.000 noches de sueños preciosos. Pero su primera pesadilla será dentro de unos meses con los primeros permisos penitenciarios de los Jordis. Más de dos años después de su terrible crimen. Convocar una manifestación.

Cuando murió Franco, el genocida solo pidió a Juan Carlos I, Rey de España y de todos los hijos de puta que le adoran, una cosa. Que mantuviera la unidad de España. No le pidió que se desviviera porque sus súbditos llegaran a final de mes, pudieran disfrutar de un hogar acogedor o vivir en un país que garantizara el Estado de bienestar. No. Solo le pidió una única cosa. La puta unidad de España.
Juan Carlos se nos fue, pero su hijo, como buen nieto e hijo político del genocida y del mata elefantes, prometió que lo cumpliría.
Aquel discurso del 3 de Octubre de 2017 demostró que se dejaría la vida si hiciera falta en ello. A no ser que le pillara de vacaciones. Es decir, el 99% del año.

Hoy la sentencia suena a gran victoria de su gran patria España. La que siempre les hace sentirse orgullosos. Para algunos es como si España hubiera vuelto a ganar el Mundial de fútbol. Pero esta victoria esconde una guerra perdida.


Esta victoria rojigualda esconde una derrota brutal. La derrota de la Democracia. La derrota de la política. La derrota del diálogo.
Cuando la unidad de España está por encima de todo, es que no vale nada. Ni un miserable euro. Ni una miserable peseta. Ni un miserable escupitajo.

Pero incluso en esta sentencia desproporcionada hay un halo de luz. No pudo demostrar que hubo un golpe de Estado. Tampoco una violencia que sostuviera una condena de rebelión.
Por eso anda Casado pidiendo modificaciones en el Código Penal. Quiere incluir rebelión sin violencia. Ya consiguió incluir en su día Cadena Perpetua sin perpetua. Y lo próximo puede ser asesinato sin muerto.
Rivera mientras está suplicando que no haya indultos. Sánchez negando que los haya y pidiendo el cumplimiento completo de las condenas. Y Abascal vomitando bilis. Eran acusación y pedían más de 70 años para algunos procesados.

En nuestra cabeza resuena aquel mantra de "sin violencia todo es posible" que ya sabíamos que sonaba falso en Euskadi. Hoy queda demostrado. Pero reparte 100 años de prisión a los no golpistas y no violentos catalanes. El Tribunal se escuda en hubo actos violentos para justificarse. Decisión ésta tremenda. Ya que provoca que cualquier partido o asociación se lo piense antes de convocar una manifestación. Si en ésta hay algún idiota pueden salir muy mal parados. Tras la ley mordaza, nos encontramos con esta aberración democrática que cercena el derecho de reunión y manifestación.
Sin ir más lejos, la PAH podría tener serios problemas en los casos en los que intentan evitar un desahucio.

La condena por sedición deja a España en un lugar tenebroso dentro de Europa. La sedición no violenta no tiene cabida en una democracia. Menos por lo tanto, que conlleve las exageradísimas penas impuestas.












Entre Catalunya y España hay un conflicto político. Si éste está llegando al terreno social y ha acabado en el terreno judicial se debe a la sinrazón de políticos que de políticos no tienen nada. Son más bien mamporreros pidiendo venganza. Hablando de evitar indultos antes de la condena. De aplicar el 155 sin motivo aparente.

Ni los casi 1.000 años que pedía Vox como acusación en la causa harían desaparecer a los más de 2 millones de catalanes que no aceptan el encaje actual de Catalunya en España. Lo ve hasta un ciego. Pero no estos políticos cegados por una justicia igual de ciega.