lunes, 13 de septiembre de 2021

IRON MAIDEN - SENJUTSU (2021)

Siempre es una buena noticia un nuevo disco de Iron Maiden. Podrían haber vivido 30 años de las rentas, pero con mayor o menor acierto, han preferido seguir en la brecha . En sus obras menores se puede rascar algo interesante y en las mayores nos dejan clásicos que permanecerán en el tiempo. Su nueva parto, Senjutsu, es lo mejor que han creado en décadas. 

El peso que ha adquirido el metal progresivo en los últimos años en sus composiciones sigue muy presente y parece que es un paso que no abandonarán en el futuro. A quiénes renieguen de este camino, la segunda parte del disco se les puede hacer larga. Sí, los temas son largos, pero estamos ante temas más consistentes y dinámicos. 

Es el caso de la inicial Senjutsu. Tema que crece con el minutaje y nunca da la sensación de monotonía. Lo mismo ocurre con Lost in a Lost World y Time Machine. Quizá sea Darkest Hour el único tema que estiran demasiado. Porque aunque esa sensación podría aparecer en toda la segunda parte del disco (con los temas más extensos y progresivos), estamos ante una banda que esta vez ha pulsado los botones correctos y es justo reconocer que todo está más compensado y variado. En temas como The Death Of the Celts y Parchment, dónde antes podrían haberse repetido o excedido, ahora también se exceden, pero ni se repiten ni aburren. Todo fluye con buen gusto. La creatividad impregna esos temas y el de cierre, Hell on Earth, finalizando la obra de manera épica: "Love in anger, live in danger".

El álbum también presenta a los Maiden más reconocibles de los 80 en Stratego o Days of Future Past. Dos píldoras que podrían estar perfectamente en cualquiera de sus clásicos sin desentonar. Y un tema sorprendente como The Writing Of the Wall. Una mezcla imposible con aire sureño pero a su vez con un sonido muy norteño que le sienta de maravilla. Recordando al último disco de los noruegos Kvelertak. Que haya sido elegido como single de presentación deja claro que el grupo confía en este nuevo disco porque hubiera más fácil adelantar otro tema más directo. Bravo por ellos.

Bruce Dickinson está enorme en toda la obra. Sus líneas vocales en muchos temas coinciden con la líneas de guitarra e imprimen mucha fuerza a los temas. Es algo a lo que ha recurrido en otros temas del pasado (The Clayvoran, Aces High, la introducción de Run to the Hills o Dream Of Mirrors) pero siempre llama la atención al no ser algo tan utilizado por otras bandas del género. El bajo de Steve Harris cabalga una vez más fundido con la batería como si no hubiera pasado el tiempo. Y la pelea de las tres guitarras es una constante.

La Doncella de Hierro demuestra que no quiere vivir del pasado y aquí hay un buen puñado de temas que merecen entrar para no salir de futuros setlists de la banda. Intros muy cuidadas, pegadizas melodías y grandes estribillos. Eddie sigue luciendo orgulloso en la portada de Senjutsu porque sabe de la calidad del trabajo que se esconde en su interior. Algo que tiene muchísimo mérito en una banda que ya ha superado los 45 años de carrera. Han vuelto a sus cotas máximas, más de 20 años después de su gran Brave New World. Más vale tarde que nunca. Up the Irons!

jueves, 2 de septiembre de 2021

ROBE - MAYÉUTICA (2021)


El tercer disco en estudio de Robe nos indica en el propio libreto que estamos ante La ley Innata II. No era necesario el spoiler porque nada más comenzar con el primer tema, Interludio, su melodía nos lleva a Dulce introducción al Caos. Un guiño que ya nos adelanta por donde irán los tiros porque más que una segunda parte de aquel disco de Extremoduro, Mayéutica es un reflejo del mismo pero con un punto de vista totalmente distinto.

En Interludio repite las estrofas del Segundo Movimiento de La Ley Innata, "se cae la casa desde que se marchó... Perdí la pista del eje del salón", pero ahora Robe no espera el derribo. Ahora deja las ventanas sin cerrar y la puerta abierta por si decidiera regresar.

Si La Ley Innata nos mostraba a un Robe frustrado, desesperado e invadido por el desamor, aquí lo vemos enamorado y entusiasmado. Un Robe lleno de felicidad porque se siente correspondido, ¿por el amor o por el encuentro con la musa de la creatividad? 

Estamos ante un disco que si lo definimos en pocas palabras sería una especie de Extremoduro sinfónico. Con más presencia de guitarras que sus reseñas anteriores, pero dando mucho espacio al violín y al piano. Un acierto, sin duda.

Sin desmerecer a Interludio (que sirve a su vez de introducción del disco y de puente entre La Ley Innata y Mayéutica) y Coda feliz, que sirve de epílogo, lo mejor está en los movimientos. Treinta minutos donde Robe demuestra que su talento sigue intacto. Que ni los problemas con Extremoduro ni esa gira de despedida anulada dos veces, han podido con su capacidad de crear buenas canciones.

Los cuatro movimientos están entrelazados, mezclando en ellos melodías y letras. Haciendo que el álbum se convierta en un continuo deja vú.


De "una racha de viento nos visitó y a nosotros ni el pelo se nos movió" (Dulce Introducción al Caos de La Ley Innata) pasamos a "tal vez el viento sople a mi favor y me empuje, me eleve y me lleve". De "no, no hay esa canción" a "de cuando en cuando, encuentro una canción". Así diferencia Robe su estado actual respecto al de 2011 en el Primer Movimiento: Después de la catarsis.

El inicio es sobrecogedor. Bien podría formar parte de alguna banda sonora de una superproducción cinematográfica. Deja un poso al tema de Max Richter, "Once the Nature Of Daylight", incluido en la película La Llegada (2016). Después las guitarras no tardan en ganar presencia y contundencia y la letra cada vez se vuelve más explícita. La melodía tras ese "siento que me estremezco, será que culpa del amor todo me sabe diferente" se quedará grabada en tu cabeza.

El segundo movimiento: Mierda de Filosofía tiene alma de single. Lógica su elección como tal. Un tema más directo y de solo 5 minutos. Tiene ese punto añejo a rock transgresivo. Pero todo lo escrito sobre revoluciones, cambiar el mundo o cagarse en él no tiene ahora sentido. La felicidad solo está en verte "bailar como una puta loca". El resto es secundario. Ya lo avisaron en el primer movimiento: "todo lo que te hace sonreír me vale la pena". La parte final del tema se inicia con un solo de bajo que desearíamos se repitiera un par de veces. Y acaba con un solo de guitarra de Woody tan orgánico que lleva de una forma muy natural al siguiente movimiento.

El tercer Movimiento: un instante de luz es como el propio título indica el momento máximo de felicidad. Todo funciona, todo va sobre ruedas. "Ahora es el momento" se repite en el tema. El orgasmo, la musa, el sexo. Todo está en el punto álgido. Y hay que disfrutarlo porque no durará mucho. De ahí que el tema se alargue hasta casi los 11 minutos. La sensación es inmejorable y hay que estirarla todo lo posible porque tras la eyaculación todo puede cambiar. Y sí, la melodía inolvidable que comentamos en el primer movimiento volverá a tus oídos de nuevo, esta vez sin guitarras ni batería. Y es que la obra nos deja una sensación de escucha que nunca termina, de escucha circular. De flashbacks contantes. 

El Cuarto Movimiento: Yo no soy el dueño de mis emociones es el tema más completo del álbum. Sus 15 minutos lo convierten en una ópera rock en sí mismo. El violín gana presencia en una parte instrumental que se repetirá varias veces. Cada vez con mayor intensidad. Como el tono de Robe en las letras. Cantando cada vez con más rotundidad y convicción. En este movimiento, Robe busca estabilizar su relación amorosa. Que su musa esté ahí para siempre. Por eso le canta "Quédate conmigo". Pero es consciente de la dificultad que eso conlleva.

Coda Feliz funciona como epílogo pero realmente es el final de un nuevo principio. El fade out justo cuando todos los instrumentos están a máxima intensidad parece adelantarnos algo. Porque más que una coda feliz es una coda sin fin. Y es que ya nos avisaba Robe en Interludio que anda sobrado, "dejo las canciones sin final por si un día quiero regresar". Y regresará.

Robe hace 10 años buscaba un mundo mejor y escarbaba en un cajón por si aparecía entre sus cosas (Primer movimiento: El sueño). Ahora quiere volar y hacer un mundo nuevo y aunque todo esté por conseguir, no se desespera.

La Ley Innata de Extremoduro es uno de los mejores discos de rock que se han creado en este país. Por eso puede sonar a sacrilegio, pero Mayéutica de Robe lo mira casi de tú a tú. Aquel era más macarra, sucio y rockero. Este más pulcro y limpio. Aquel más contundente y este más melódico. Ambos deben escucharse de una sentada. De un tirón. Mayéutica realmente es una canción de 44 minutos sin final. Su continuación se encenderá donde la Coda Feliz inacabada se apaga. 

Solo nos queda esperar impacientes si Robe puede cerrar con otra obra maestra su trilogía: La Ley Innata III.