sábado, 17 de junio de 2023

ANTIRRACISTA O RACISTA, ELIGE

¿Es Mestalla un estadio racista? ¿Es España un país racista? ¿Hay racismo en España? El problema es que España no es un país antirracista.


Lo que ha sufrido Vinicius no tiene ninguna justificación. No hay peros. No hay excusas en su actitud, provocaciones o simulaciones. A las puertas de Mestalla sólo se había bajado del autobús y ya había decenas de imbéciles gritando "Vinicius, eres un mono".

Hemos tolerado desde hace mucho tiempo insultos en los campos de fútbol. Debe haber una letra pequeña en los tickets de entrada que incluyen ese derecho. Un insulto ya es deleznable pero se convierte en insoportable cuando pasa al insulto racista.

Han pasado muchos años del "negro cabrón, recoge el algodón" del Benabéu a Wilfred en un R. Madrid - Rayo. Del macaco a Roberto Carlos. Del plátano tirado a Dani Alves en Vila-real o los ruiditos de mono a Kameni en el Calderón. El caso de Etoó en la Romareda o los insultos racistas recientes a Iñaki Williams desde las gradas o a su hermano Nico por las redes sociales tras fallar un par de goles. Ahora tenemos los casos de Dembelé o Vinicius que muestran que poco hemos avanzado en educación y cultura desde entonces.

Quizá la solución ante la inacción de todos sea avisar por megafonía antes de empezar el partido que quién vea insultar al que tiene al lado de su butaca tiene derecho a soltarle una hostia con la mano abierta. Si es un insulto racista, el derecho a hostia es con el puño cerrado.

Lo sorprendente de todo esto es que quizá sea este caso el que nos haga abrir los ojos. Vivimos en un país que peca de racismo estructural, especialmente con los más vulnerables. Y nadie se ha rasgado nunca las vestiduras. Y lo haremos por los gritos contra un millonario. Bienvenida sea la absurdez si acaba con el racismo institucional. 

Porque racismo es "negro cabrón" pero también lo es la ley de extranjería.
Porque racismo es "mono" pero también lo es el programa de Vox.
Porque racismo es tirar un plátano pero también lo son los CIES.
Porque racismo es hacer el sonido del mono pero también lo es criminalizar a los inmigrantes.

SOLO HAY UNA OPCIÓN, SÉ ANTIRRACISTA.

EH BILDU Y LA CAVERNA MEDIÁTICA (2ª PARTE)



EH Bildu (o en su defecto Sortu) ha estado en las elecciones municipales del 28 de mayo igual que ha estado en las anteriores y como estuvo en las del 22 de Mayo de 2011.
En aquel año, la misma derecha que se rasga hoy las vestiduras cuando se critica a los jueces por la revisión de condenas por la aplicacion de la ley de "solo sí es sí", convirtió a los 6 jueces del TC que votaron en contra de la ilegalición de Bildu en los Bin Laden españoles.
Entonces, todo el revuelo se creó tras salir de la cárcel Ander Errandonea y mostrar una pancarta pidiendo el voto para Bildu. El etarra, tras cumplir 25 años por pertenencia a ETA, nos indicaba que para llegar a sus ideales políticos el camino no era la extorsión, el secuestro ni el asesinato. Eran unas manos metiendo un voto en una urna.

Doce años después la historia se repite. Y es que cuando el tonto toma una senda, aunque la senda se acabe, el tonto sigue.

Esta vez el problema viene porque en las listas de EH Bildu a las elecciones municipales hay 44 personas con vínculos en el pasado con ETA. Siete de ellas con delitos de sangre.
La frase de hace 25 años de "tomar posesión de un escaño siempre es preferible a empuñar las armas" pensaríamos que la entonó Otegi, Rufián, Stalin, Maduro o Echenique. Pero la dijo José María Aznar, poniendo en un aprieto a toda la derecha y ultra derecha actual.
Se puede entender la opinión de quien considera que no es ético que se presenten estas personas en las listas. Y que se hagan a un lado y dejen a nuevos miembros del partido ir esas candidaturas. Incluso que el propio Otegi hiciera lo mismo como secretario general. Pero también es entendible que en esas listas se presenten las mismas personas cuyo objetivo era acabar con el rival político y ahora se sentarán en los plenos de los ayuntamientos a dialogar.

Bildu, como es lógico, abraza muchos de los postulados que un etarra o proetarra compartiría. Con una diferencia bastante importante, que a esos fines no se puede llegar con la violencia y sí con las urnas y con las decisiones democráticas en los parlamentos.
El movimiento comenzado por la izquierda abertzale en 2008 hacia la no violencia, que acabó con la bochornosa condena a 31 años de 5 encausados (entre ellos Otegi), tuvo el final esperado durante décadas por cualquier demócrata con el anuncio del cese definitivo de la actividad armada de ETA. Aquella condena (caso Bateragune) fue anulada hace 3 años por el Supremo tras el fallo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que consideró demostrado que el juicio no había sido justo por la falta de imparcialidad de una magistrada de la Audiencia Nacional.

El debate hoy debería ser, ¿alguien que haya cumplido alguna condena en prisión no debería poder presentarse a un cargo público? ¿Así debería ser solo si hablamos de delitos graves? ¿Solo si es por asesinato? ¿Solo si es por pertenecia a ETA? ¿Este tema moral y ético para cargo público lo dejaríamos fuera en el ámbito privado? ¿Ferreras o Ana Rosa Quintana contratarian a un periodista con delitos de sangre en el pasado? Si ese asesino con condena cumplida fuera contratado en Mercadona o Inditex, ¿pediríamos que sea despedido directamente a Roig y Amancio Ortega? ¿Criticaríamos su ética y moral?

Parece que la única salida para quienes han cometido delitos graves aunque hayan cumplido la condena deba ser su muerte civil cuando la finalidad de la pena que se impone a una persona no es esa, sino su reinserción. Otra vez los que más se autoproclaman constitucionalistas rechazan un artículo de la Constitución. ¿Qué mejor victoria hay para la democracia que esas personas entren a formar parte de ella?

Pero este debate interesantísimo no crea el el fuego que buscan algunos. Es demasiado superfluo como para crear una buena polémica interesada.
Por eso la derecha vuelve con la idea de ilegalizar Bildu por enésima vez. Esa derecha que siempre se molesta cuando se les llama fascistas. ¿Pero cómo llamamos a quienes quieren ilegalizar partidos legales a todas luces y señalan con el dedo a quien puede y quien no presentarse a unas elecciones o a quienes quieren borrar el voto de cientos de miles de personas? Pues eso, fascistas.