domingo, 24 de mayo de 2020

"ENTONCES HE GANADO YO, ELLOS NO"

El Ministerio del tiempo. Federico García Lorca. Camarón. La leyenda del tiempo. Granada. 1979.
La Memoria Histórica explicada en dos minutos.

jueves, 21 de mayo de 2020

VIVA BELGRADO - BELLAVISTA (2020)


Publicación      24 de abril de 2020
Grabación        Córdoba, entre 2017 y 2019
Géneros           Screamo, Rock alternativo, Indie-rock
Duración   35 minutos
Discográfica  Aloud Music Ltd, Walking Is Still Honest y Tokyo Jupiter Record 
Productores  Borja Pérez y Santi García
Masterización Víctor García

Bellavista nos trae a unos Viva Belgrado más calmados. No faltan ni gritos ni guitarrazos. Pero tampoco sobran. En lo que el disco va sobrado es en elegancia.
Ulises fue más accesible que Flores, Carne. Y Bellavista es más accesible que Ulises. Pero cuando presentas un disco con tanta calidad importa poco comparar con lo anterior.

Una soga nos muestra al nuevo Cándido. Las letras no son tan metafóricas y sí mucho más directas. Realmente nos encontramos con un artista completamente desnudo ante el público. Con referencias constantes a las dificultades y dudas por la que han pasado para llegar a publicar este disco. Y mostrando las leyendas falsas del mito del grupo de rock, "al pobre chaval que cree que va a hartarse a follar, estas luces solo esconden sombras". 

Muchos temas los podemos encuadrar en un estilo más cercano al indie que al screamo, como el single Bellavista, Ikebukuro SunshineShibari Emocional. Todas ellas con unas guitarras muy cuidadas y con enormes estribillos coreables, "esta mierda no se puede salvar" o "creo que esta noche no vamos a acabar muy bien", que nos recuerda a los Standstill de Vivalaguerra.

La sorpresa del disco ya nos la habían adelantado. Más triste que Shinji Ikari nos remite al trap. No es un mal tema y no desentona en la escucha completa del disco pero es innegable que está por debajo del resto de sobresalientes canciones. Su parecido en estilo con su anterior single Guillotinas existe. Pero aquel tema es muy superior a este.

Más allá de este intento (se agradece el riesgo), la inspiración está presente en todo el disco. Un bajo omnipresente guía todos los temas. Es difícil resaltar alguno cuando todo fluye de forma tan orgánica. Pero Cerecita Blues y Amapolita Blues llaman y mucho la atención. La primera esconde las mejores líneas vocales de Cándido. Ese "pienso en dejarlo a menudo y sé que nunca lo haré" es toda una declaración de intenciones. 
Ambos temas esconden una de las claves del disco. La estructura de los temas y sus diferentes partes siempre resultan interesantes. La primera canción con unas guitarras potentes finales. La segunda, con unas potentes guitarras iniciales. De las partes más duras del disco, tanto a nivel instrumental como vocal. 
Aquí no encontraras ninguna EridaFresas Salvajes o Pleiades. Quizá Vicios sea el tema más directo y crudo del disco, pero nunca se acerca a la agresividad de los temas mencionados. 


Los desencuentros, la desesperación y la incomprensión deambula por casi todo el minutaje y nos muestra a una banda sobrada de talento pero que no consigue llegar al reconocimiento masivo. Sí al de la crítica. No así al del público. Quizá ese guiño Berri Txarrak en el tema que da nombre al plástico y el aviso de "no soy tu mesíasicono del underground", esconde el camino por el que merecen transitar.

Hay hueco en el tracklist para dos temas experimentales. Sorprendentes dentro del abanico en el que se mueve el cuarteto. Cabe destacar ¿Qué hay detrás de la ventana? ya que es aire fresco para una banda que aquí se acerca claramente al shoegaze. Ojalá sea este el camino y no el del trap en futuras entregas. 
Precisamente este tema cierra el disco repitiendo durante casi un minuto un patrón con solo bajo y batería que nos deja con un grandísimo sabor de boca final.
Como dicen en este tema, "que no nos falten las canciones y que no pasen otros 4 años". Necesitamos discos como este más a menudo. 

Ya nos explicaban en el tema Epílogo: La Cima, que necesitaban "encontrar algo verdadero, algo permanente a lo que agarrarse hasta que llegue otra canción que les salve. Porque siempre llega". Y no solo han encontrado una canción, sino un buen puñado de ellas para asaltar los cielos: "Traeros bufanda porque vais a pasar frío en la cima". Es el momento de Viva Belgrado. El momento de dar el paso adelante.



martes, 19 de mayo de 2020

UN NUEVO MUNDO


El mundo en pausa. Durante horas, días y noches interminables, hemos tenido tiempo para reflexionar. Para entender que si los servicios esenciales paran, el colapso es inmediato. Pero también para darnos cuenta que la cosa no se queda ahí.

Un mes de parón ha llevado a las empresas a la quiebra. Al despido de muchos trabajadores. Un mes sin el ingreso en la cuenta bancaria de la nómina ha impedido a la gente hacer frente a tus gastos básicos. Un mes de parón y todo se ha ido al carajo.

No recordamos cuando comenzó a girar esta rueda porque nacimos dentro de ella.
Estrés en el metro por llegar tarde a trabajar. Desesperación por los atascos en las carreteras. Agobios por el "todo es para hoy" en el curro. Agotamiento por la carga de trabajo y por las jornadas interminables.
Condenados a una constante monotonía. Ahora parece que esa monotonía nos encantaba.

Somos monos matando monos por un pedazo de tierra. Somos monos compitiendo con monos por un 0,01% más de beneficio. Somos monos luchando contra monos por ver quién es el mono más tonto que llega más alto.
Tenemos manos para ayudar a los demás pero las utilizamos para empuñar armas y firmar sentencias de vida y de muerte. Tenemos cuerdas para sacar a los demás del pozo pero las utilizamos para ahorcarlos.
Damos las gracias a la misma hora a la misma gente a la que cuando todo pase, le gritaremos que son unos vagos y unos privilegiados.
Pedimos auxilio económico a los afectados por esta pandemia cuando no hace tanto ante situaciones dramáticas de desahucios, de familias sin trabajo y con el paro agotado, o de personas en situación de vulnerabilidad les decíamos: "Buena suerte, estáis por vuestra cuenta".
Solicitamos pagas extras especiales a los funcionarios que nos están sacando de esto cuando tan solo meses atrás nos importaban una mierda sus salarios.
Echamos de menos los besos y los abrazos cuando constantemente los evitábamos o los rechazábamos. Cada uno en su burbuja individual. En su odisea personal.


Hemos pasado la primavera entera confinados en nuestras casas pensando en aquellas cenas con los amigos que no hemos tenido. Aquellas comidas familiares a las que no hemos ido. Pensando en aquellos conciertos a los que no hemos asistido. En aquellos nuevos viajes que no hemos realizado. Y en el peor de los casos, en los seres queridos que hemos perdido de los que ni siquiera hemos podido despedirnos.

¿Nos debe servir esto para acordarnos de aquellas personas a las que queremos de verdad? No.
Nos debe servir para decírselo.
¿Nos debe servir esto para valorar más cada pequeña cosa? No.
Nos debe servir para reflexionar si de verdad no tenemos una forma mejor de vivir.

Una vida en la que si pinchas durante un solo instante, no pierdas toda la carrera. Una vida en la que si tienes un problema pasajero, no sea tu ruina. Una vida en la que si te tropiezas, no pierdas el ritmo. Y menos aún seas pisado por los que vienen detrás. Una vida en la que entender que la mejor manera de saber si puedes confiar en alguien, es precisamente haciéndolo.
Nos recuerdan que después de la tormenta viene la calma. Pero de sobra sabemos que luego siempre viene otra tormenta.

El mundo se ha hecho añicos. Y al igual que cuando un vaso cae al suelo y se rompe en mil cristales nadie se propone recomponerlo, tenemos que hacer lo mismo con el mundo.
Quizá sea esta desgracia la que nos haga comprender que este viaje es único y que solo se entiende cuando lo hacemos juntos. Que las viejas llaves no abren nuevas puertas. Que los pasos cortos son los idóneos para caminos largos.
¿Por qué hay que vivir a 200 km/h con lo bien que se ve el paisaje a 20? ¿Por qué no podemos poner la cámara lenta y disfrutar más de cada instante? ¿Por qué no mandar este ritmo de vida todos juntos a la mierda? ¿Necesitaremos decenas de miles de muertos de nuevo para darnos cuenta?

Lo que necesitamos es disminuir la velocidad para encontrarnos porque solo se vive una vez, pero si lo hacemos bien, con una es suficiente.




sábado, 16 de mayo de 2020

EL FARO ROJO QUE SIEMPRE NOS ILUMINA


Hace unos veinticinco años, a la vez que comenzó a interesarme la política, empecé a escuchar a Julio Anguita. 

En las elecciones generales de 1.996, a casi nadie le preocupaba que los más de dos millones y medio de votos de Izquierda Unida, solo sirvieran para conseguir 21 escaños en el Congreso de los Diputados. Como si lo de un voto-una persona fuera una reivindicación actual. 

Voté a Izquierda Unida en las primeras elecciones generales que tuve posibilidad por edad, en el año 2.000. Cuando IU, ya sin él como cabeza de lista, perdió la mitad de los apoyos.

Siempre era interesante escucharle aunque no compartiera todo su discurso. Su "programa, programa, programa" debería ser un ejemplo para los políticos actuales que utilizan sus partidos para vender ideologías vacías de contenido, confrontaciones e insultos gratuitos. 
No fue el primero, ni siquiera el que más alto lo gritaba, pero sí el que con más pausa y acierto nos explicaba el expolio que se estaba realizando en España con la privatización de numerosas empresas públicas. 
En una época en la que el mensaje se envía en 140 o 280 caracteres -la mayoría de las veces comparando churros con merinas-, Julio necesitaba 10 minutos para poder llegar al fondo de las cuestiones.

Maestro, Republicano y Comunista, seguramente nadie ha representado mejor lo que significa el patriotismo: la igualdad social, la igualdad de oportunidades, la distribución de la riqueza, los derechos laborales, etc. 
No inventó nada. Simplemente tenía en una mano la Constitución y en la otra la Declaración Universal de Derechos Humanos. Todo estaba ahí. Y nadie lo estaba cumpliendo.

Con él comprendí que no puede haber paz sin justicia social. Que la ética está por encima de la ideología. Y que la verdadera política no se basa en buscar culpables, sino soluciones. 

Cuando me pregunten si soy rojo, siempre responderé lo mismo. Tan rojo como Anguita.

domingo, 10 de mayo de 2020

UN MUNDO SIEMPRE HAMBRIENTO


Hace unos meses, el FMI publicó en su informe "Implicaciones distributivas de las reformas del mercado laboral: Aprendiendo de la experiencia de España", "que la Reforma Laboral de 2012 contribuyó a crear puestos de trabajo pero también a aumentar la tasa de pobreza entre los trabajadores. Una pobreza que condena a millones de personas". El Estado, en un esperpento macabro, lleva décadas diciendo a esos pobres: ¡Buena suerte, estáis por vuestra cuenta!

El neoliberalismo ha convertido el mundo en una gran masa uniforme de desigualdad. Todo para unos pocos y las sobras para el resto. La extrema riqueza "se ejercita en la bestia y empuña la cuchara dispuesta a que ninguno se le acerque a la mesa"*. Así es como actúa. 

Recuerdo como si fuera ayer, mi primer trabajo. Allá por el año 2003. Firmé un salario bruto anual de 10.200 €: 680 euros netos al mes en 14 pagas. 
En el año 2018, el Salario Mínimo Interprofesional era de 10.302,60 € brutos anuales. Si hace quince años ya daba para poco, es fácil imaginar lo que supone quince después. Un salario de vergüenza y miseria.

Decía Gandhi que "la pobreza es la peor forma de violencia". El SMI es violencia pura y dura en España. Las subidas de 2019 y 2020 lo han fijado en 13.300 €, 890 € euros netos al mes en 14 pagas. Que sigue sin cubrir las necesidades básicas de una persona. Con alquileres que se comen como mínimo el 60% del mismo. Pero según la CEOE y algunos empresarios, estas subidas llevan a la quiebra a las empresas. Esa opinión solo puede venir de "cerdos con un origen peor que el de los cerdos"*.


He trabajado en varias empresas de diversos sectores. Conozco el Estatuto de los trabajadores casi de carrerilla y numerosos convenios y pactos de empresa. Sé lo que supone contratar a un trabajador. Lo que cuesta más allá del neto que la empresa ingresa en su cuenta. Los seguros sociales, el IRPF, los cursos de formación, etc. Soy trabajador y me pongo en su lugar. Pero también he trabajado en departamentos de RRHH, administración de personal y financiero. Y sé lo que se mueve en una empresa.

Resulta curioso que hoy, en plena pandemia del covid-19, son los empresarios los que si solo abren a un tercio o la mitad de su aforo su negocio, no les llega para pagar los gastos. Millones de trabajadores llevan décadas trabajando por salarios con los que tampoco llegan a final de mes. Y a ellos no le influyó si había pandemias, crisis, recesiones, crecimiento o bonanza económica. Porque "los años de abundancia, la saciedad y la hartura eran solo de aquellos que se llamaban amos"*. 

Todos entendemos que las pymes y los autónomos lo están pasando mal, y que estos pequeños negocios se mueven sobre márgenes muy ajustados. También somos conscientes que los responsables de estos pequeños negocios buscan lo mejor para sus empleados en la mayoría de los casos. Empleados muchos de ellos, con los que comparten una relación de amistad y casi familiar. Pero nunca he entendido la manía del empresario de basar habitualmente sus problemas en los salarios de los trabajadores. Porque ese no es el problema. Precisamente que sus trabajadores lleguen a final de mes debería ser lo primero en lo que pensar para contratar a un trabajador.
Si los números del empresario no cuadran, quizá debiera revisar los problemas comunes que comparte con el trabajador. Altísimos alquileres de su vivienda habitual o en su caso del local de trabajo, precios de servicios y productos básicos muy caros, impuestos que no tienen en cuenta sus ingresos, etc.

Decía Nelson Mandela que la "pobreza no es natural, es creada por el hombre...Y erradicarla no es un acto de caridad, es un acto de justicia". La pobreza no se genera por combustión espontánea. Los pobres no nacen en los huertos ni en los sofás. Ni florecen en los árboles. "Mis trabajadores son contingentes, yo soy necesario". Gritaría extasiado el presidente de una gran multinacional. 
Sí, hay pobreza en los países del primer mundo que disponen de recursos suficientes. Su creador, sin duda, un sistema económico grotesco e inhumano.

¿Existen los caraduras y los parásitos? Por supuesto. Pero desde muchos sectores intentan hacer de la excepción la regla. Nos venden que si eres pobre es porque eres un vago, un "nini" o no tienes aspiraciones. Que no quieres trabajar o que quieres vivir del Estado. Algo que roza lo vomitivo cuando millones de personas trabajan a jornada completa por salarios de mierda.  


Y es que la cosa funciona así:

Gran empresa contrata a trabajadores y les paga el salario que aplica el Convenio del Sector según su categoría. Salarios ya de por sí bajos y que ni mucho menos cubren al coste de la vida.
Esa misma empresa, para ahorrar gastos, contrata a sus trabajadores a través de subcontratas. 
La reforma de 2012 de Rajoy daba prevalencia al convenio de empresa respecto al del sector. Por lo que, ¡voilá! Ese salario puede ser mucho más bajo, incluso directamente el Salario Mínimo Interprofesional. Dos trabajadores haciendo exactamente el mismo trabajo con distintos salarios.

Las empresas entendieron rápido el chollo. Y se lanzaron a lo barato. Pero sería injusto culpar solo a Rajoy y no entender que todo viene desde mucho más atrás. 
Zapatero y su Reforma de 2010, en pleno apogeo de la crisis, dejó la puerta entreabierta al permitir que la empresa pudiera acogerse al Convenio de Empresa en vez de al sectorial (previa negociación). También abrió la lata del despido del trabajador según porcentajes de bajas en el trabajo. Rajoy, dos años después, dio los pasos definitivos en cuanto a los convenios y en cuanto a despedir por bajas médicas justificadas.

Nada de esto es nuevo. Podemos mirar décadas atrás y recordar la Huelga General de 1988 contra la reforma laboral de Felipe González, denunciando que suponía un abaratamiento de los despidos y provocaba la proliferación de contratos basura en el plan de empleo juvenil. 
O el famoso decretazo de Aznar, tumbado meses después por el Tribunal Constitucional, en el que abarataba el despido o se imponían unas medidas muy controvertidas a los parados.
Todo esto hubiera sido imposible sin la ayuda inestimable de los representantes de los trabajadores, los sindicatos. Seguramente a la hora de negociar estas barbaridades estaban más centrados en  mariscadas, tarjetas y puticlubs, que en defender los derechos e intereses de los trabajadores.


La rueda se inventó hace miles de años. Cincuenta y cinco siglos después seguimos sin empujar todos en la misma dirección para que tome velocidad. Si se pagan salarios decentes, el trabajador mueve más y mejor su dinero. Come o cena más veces fuera, va más al cine, al teatro o a conciertos, renueva más su vestuario, etc. Las empresas incrementan sus ventas, incrementan por lo tanto también sus beneficios, y esto conlleva que tributen más a las arcas públicas. 
Los trabajadores que no llegan a final de mes son palos que bloquean la ruedas. Y son inadmisibles desde una visión económica. Pero ante todo social y moral. 
A día de hoy sabemos que el orden mundial no lo manejan políticos votados democráticamente en sus países. Que hay macrocorporaciones financieras con más poder en la toma de decisiones. "Nosotros no podemos ser ellos... los que entienden la vida por un botín sangriento"*.

Evolucionamos de la esclavitud al feudalismo. Y del feudalismo al liberalismo económico. Es decir, de comprar personas, a comprar su servidumbre para acabar comprando su tiempo a cambio de dinero. En la era postcovid-19, el siguiente escenario debe ser la compra del tiempo de un trabajador por un salario justo. ¿Es posible este nuevo escenario?
La extrema riqueza siempre lo impedirá, "ladran cuando el hambre se acerca a sus puertas"*, ya que son "tiburones con voracidad y diente, panteras deseosas de un mundo siempre hambriento"*

*Poemas Sociales, de Guerra y Muerte de Miguel Hernández.


sábado, 2 de mayo de 2020

¡PARÁSITOS DEL MUNDO, UNÍOS!


"Para mí es un honor representar a un grupo político dentro del cual hay un partido con casi 100 años de historia, el Partido Comunista de España, que fue condición de posibilidad de la derrota de la dictadura...No habría democracia en Francia ni en Italia si no fuera por la acción de los comunistas de estos países que son reconocidos como héroes de la patria..."
Estas palabras retumbaron en todas las cabezas huecas de España. Pablo Iglesias defendió el comunismo en el Congreso. Exactamente al partido Comunista de España. Partido democrático y legal que sin esas premisas no podría presentarse a las elecciones.

Las redes se llenaron de publicaciones sobre el comunismo bastantes sorprendentes. Uno se considera bastante más ignorante que el ciudadano medio, por lo que entiende que algunas opiniones no se hacen desde la ignorancia, sino desde el interés y la propaganda electoral.
Todos coincidiremos en condenar el Nazismo, el Fascismo y los regímenes totalitarios, como por ejemplo, el comunista de Stalin. Pero no tiene ningún sentido relacionar la defensa del comunismo de Pablo Iglesias con Stalin o con una dictadura.


El Partido Comunista de España en su programa no busca su llegada al poder para implantar un Estado de Partido único Comunista. Lo que presenta son unas medidas económicas y sociales basadas en las teorías marxistas. Es decir, que el Estado intervenga en servicios o productos básicos para la población y para impedir que el mercado se rija por un capitalismo salvaje. Considerando que el libre mercado de la oferta y la demanda no puede dejar al pueblo en la miseria. Lo que viene a resumirse en "lo que es público no puede ser privado".

Desde su visión, el mercado no puede funcionar igual para fijar el precio de un yate que para hacerlo con el precio del agua, de la luz o de productos y servicios indispensables para la vida.
El PCE no viene para quitarte el chalet de la playa porque quiera eliminar la propiedad privada. Tu chalet de la playa es propiedad personal. Como lo es tu portátil, tu tv o tu reloj. O la ropa que llevas puesta. Tampoco van a cobrar lo mismo todos los empleados en las empresas privadas. Tranquilo burgués. Lo que sí intentará es que nadie que trabaje a jornada completa siga siendo pobre.
Defender el comunismo es defender esto. No a dictadores ni dictaduras.

Esta tergiversación lleva mucho tiempo en nuestro país. Dentro de UP, estaba hasta hace unos meses el Partido Anticapitalista, muy cerca en estos términos al PCE. Y tampoco querían eliminar el capitalismo para implantar una dictadura comunista de partido único. Entre otras cosas porque una cosa es un régimen y otra un sistema socioeconómico.

El Chile de Pinochet, la Argentina de Baptista, la actual monarquía absolutista de Arabia Saudí o de Qatar, o el sultanato absolutista de Brunei tienen algo en común. Que basaban o basan su economía en un sistema capitalista.
¿Cabría por lo tanto criminalizarlo, puesto que convivía y convive con países dictatoriales en los cuales se violaron y violan Derechos Humanos fundamentales? No.
Eso justamente es lo que sí se hace con el Comunismo.


¿El Régimen Comunista de Stalin fue una dictadura? Por supuesto. Un solo partido tenía el poder y no había oposición. Es normal considerar ese régimen una aberración absoluta.
Vietnam es una República Socialista con un partido único, el Partido Comunista. Desde hace más de 30 años ha abandonado a Marx y ha introducido una economía de mercado, es decir, una economía con trazos de un modelo capitalista moderado. ¿Economía de mercado con el partido Comunista de Vietnam en el poder? ¡Pues sí, hijo mío!
Si todavía no te ha estallado la cabeza llegaremos juntos a donde tenemos que llegar.

Comparar el Nazismo con el comunismo solo busca una finalidad. Que cualquier medida económica comunista se asocie a regímenes totalitarios. Algo que como hemos ya comentado, nadie haría con el capitalismo.
El comunismo solo se puede comparar precisamente con el capitalismo. Tanto en cuanto son sistemas o teorías en las que un Estado puede basar su modelo socioeconómico.
Podríamos entrar a valorar cuál defiende más al pueblo o cuál defiende más al poder. Cuál ayuda más a las familias y cuál menos. Cuál más a las empresas. En definitiva, cuál es más justo y mejor.
Pero ya estamos hartos del grito de miedo, ¡cuidado que vienen los rojos!
Porque los que ya están aquí son los que no aceptan los resultados de elecciones democráticas. No legitiman los resultados de las mismas y generan odio en cada una de sus intervenciones. Y son muchos y cada vez hacen más ruido. El eslógan comunista, ¡trabajadores del mundo, uníos! ha sido modificado por la ultraderecha. Y su bilis sale a borbotones al grito:
¡Parásitos del mundo, uníos!