El 30 de diciembre se publicó en el BOE la nueva ley de educación (LOMLOE). Durante su tramitación, infinidad de bulos sobre la educación concertada, los centros especiales o la libertad de elección de centro llegaron por todos los medios. Hasta el más absurdo vino para quedarse:
EL CASTELLANO ESTÁ EN PELIGRO EN ESPAÑA.
En las redes, los mensajes del tipo "mi idioma es el español", "yo hablo español" o "aquí hablamos español", publicados por españoles desde todos los rincones de España, se repiten sin cesar. Ansiosos esperamos sus próximas oscuras confesiones.
En los coches, la gente convoca manifestaciones motorizadas con pancartas del estilo "se vende el castellano". Gritan en castellano desde sus vehículos que el castellano deja de ser lengua vehicular.
Y en la calle, la ciudadanía, además del tiempo y de la pandemia, charla sobre el moribundo castellano. Conversaciones que bien podrían darse entre un segoviano, un cacereño y un toledano en una terraza madrileña, si no fuera porque parece más bien el inicio de un chiste.
Escribía hace unos años el expresident de Catalunya, Quim Torra, en uno de sus polémicos artículos, la llengua i les bèsties: "...ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias... Carroñeros, víboras, hienas... que destilan... un odio perturbado, nauseabundo... contra todo lo que representa la lengua... Les rebota todo lo que no sea español y en castellano".
Torra, aunque seguramente llevaba ese día un par de chupitos de ratafía en el cuerpo, tenía razón. No llamaba bestias a los que hablan castellano. Lógicamente, se hubiera autoinsultado. Llamaba bestias a los que quieren acabar con el catalán en Catalunya. Unas bestias que solo entienden España en castellano y cuyo lema es: "si eres español, habla español".
Una lengua no sirve sólo de comunicación, representa una identidad, una cultura, unas tradiciones... Quienes confunden unidad con uniformidad siguen insistiendo en debilitar el euskera en Euskadi y Nafarroa, el galego en Galiza y el catalán en Catalunya. Con una obsesión casi enfermiza contra este último. Para ellos, su lengua enriquece; la de los demás adoctrina.
Esas bestias, de las que hablaba Torra, no soportan el bona tarda, el bona nit, el adéu. Les indigna ver en catalán los menús de los restaurantes, las cartas de los bares o los carteles de las tiendas. Se les hincha la vena con el seny.
Esas bestias llaman José Luis, Gerardo o Francisco a Josep Lluís, Gerard o Francesc, aunque saben de sobra lo que pone en sus DNIs españoles. Les toca los collons ver escrito Girona o Lleida en vez de Gerona y Lérida. Hablan de la Generalidad o el Campo Nuevo porque al parecer se les lengua la traba al decir Generalitat o Camp Nou.
¡Y qué casualidad! Si esas bestias visitan Catalunya (da igual que vayan a L'Hospitalet de Llobregat, Mollerussa o Vilanova i la Geltrú) y necesitan ayuda, siempre se encuentran al nen que se niega a responder en espanyol. Quina mala sort! El cuñao de la bestia te explicará lo que ocurre. Ese malparit, o bien odia a los españoles, o bien no sabe parlar en castellano. Y según él, no es una excepción, es la regla.
Esas bestias quieren que en los colegios públicos las lenguas cooficiales sean opcionales. Quieren reducir al máximo las horas lectivas en catalán y no entienden que se hable catalán en el Parlament o en una rueda de prensa. Esas bestias llaman libertad (sin ira) a que un niño complete la educación obligatoria en Catalunya sin aprender una sola palabra en catalán. Y solo ven con buenos ojos hablar catalán en la intimidad, y a poder ser, a oscuras.
La desaparición del castellano en Barakaldo, Sanxenxo o Figueres tendría muy poco sentido. Pero la desaparición del euskera, el galego o el catalán supondría una auténtica catástrofe. La extinción de un idioma.
A las bestias más radicales del castellano "se la suda", ya que salivan con esa posibilidad. Y el día que eso ocurra, sacarán la bandera de España a todos sus balcones.
1.- KaleboRock&Roll - Aphonnic
10.- Limelight - Touché Amoré
