miércoles, 11 de noviembre de 2020

SÒLSTAFIR - ENDLESS TWILIGHT OF CODEPENDANT LOVE (2020)


Sólstafir tienen tras de sí una discografía impoluta. Desde su época más black hasta sus recientes reseñas más cercanas al rock. Y su nuevo retoño no puede empezar mejor. El impacto de Akkeri es tremendo. Más de 10 minutos en donde el grupo demuestra que el camino elegido desde Ótta no está ni mucho menos agotado. Melodías y riffs se reparten en un tema en el que no sobra ni falta nada. 

Drysill y Her Fall from Grace bajan las revoluciones y se centran en la intensidad. La primera se basa en una melodía preciosa que no se te quitará de la cabeza. La segunda, primer tema en inglés en 10 años, se centra en la voz de Aðalbjörn y se acerca a una especie de nana postrockera. Entre ambas, Rökkur comienza con un interesante aire folk y continua con unas estrofas casi habladas en un registro sorprendente. Saben hacer crecer el tema y finalizarlo. Quizá la única pega en este inicio, es que entre las tres llenan 20 minutos de atmóferas y tranquilidad. Pudiendo hacer que el oyente desconecte en algún momento.


Dionysus intenta remediarlo. Es el tema más cercano al black que esconde el disco. Cañero y gritón a partes iguales, un gran tema que nos recuerda a los Sòlstafir más primitivos.  
Til Moldar es el contrapunto a esa agresividad. Quizá el tema menos atractivo del conjunto. Esta balada no consigue enganchar en ningún momento. Muy lejos de temas similares como Miðaftann (Ótta) o Hula (Berdreyminn). 

Alda Syndanna sería un tema de rock alternativo al uso (incluso en duración) si no fuera por ese sonido de guitarras tan único y característico de los islandeses. Bastante contenido excepto en su gran explosión final. 

El final del disco nos devuelve a los mejores Sòlstafir. El ritmo cercano al jazz de Ör descoloca. Pero también atrae. La segunda parte del tema explota con la repeticiñon de un estribillo tan hermoso como abrasivo. Y Úlfur nos recuerda el impacto generado por Akkeri. Otro tema que podría estar perfectamente entre los mejores de la banda. 


Hay grupos que aunque lleven años o décadas, todavía no tienen claro que quieren ser de mayores. Solstafir no es uno de esos casos. Abandonado el black más primitivo, llevan tiempo asentados en el post-metal y en el post-rock. Siempre con algunos ramalazos de antaño y siempre añadiendo otras variables a la ecuación como el rock alternativo, el rock progresivo y en este último álbum incluso el jazz. 

Instalados en esos registros, siempre nos regalan pasajes atmosféricos en todas sus obras. No iba a ser este disco una excepción. Lo que llama la atención no es tanto el exceso, sino lo seguramente mal repartidos que están estos temas en el tracklist del álbum. Quizá ese sea su pequeño talón de Aquiles. Aunque para nada evita que estemos ante otra obra excelsa de los islandeses.

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