jueves, 3 de junio de 2010

DE NORTE A SUR


Hablar de norte y sur es hablar de abundancia y pobreza, de democracia y opresión, de oportunidades y frustraciones. Es incomprensible e insostenible que una sociedad global como la actual se base en la pobreza para muchos y la prosperidad para unos pocos.

El océano que separa estos dos mundos cada vez se hace más grande.

El sur, con grandes recursos naturales, una economía basada en la producción y exportación de sus productos primarios. Un mercado que abarca el 80% del peso del comercio a nivel mundial pero que sólo obtiene el 20% de su valor.
El norte, industria, servicios, el negocio de la especulación. Obteniendo de los productos primarios del sur 5 y hasta 10 veces su valor.

El sur, sin posibilidades, ni para educación, ni para la formación profesional, en una situación infrahumana (Nicaragua y Guatemala con la mitad de la población sin acceso al agua potable), con ¾ partes de la población consideradas como clase baja, sin infraestructura urbana (con viviendas auto construidas en zonas no habilitadas y en lamentables condiciones de higiene), sin servicios sociales (sanándose por medio de curanderos)... Y es que ya se decía en los años 70 que tenía más posibilidades de muerte una mujer abortante en la India que un norteamericano en el campo de batalla de Vietnam.

El norte, solidario, caritativo, el salvador del sur, el que da pan para hoy y hambre para mañana. El que da préstamos cuando préstamo significa mayor dependencia. Préstamos que aumentan la deuda externa de los países del sur. Préstamos en su mayoría dirigidos a reforzar políticas propicias y no a la mejor distribución de la renta, a la creación de servicios sociales, al control de las Administraciones Públicas para evitar la corrupción... ¿Cómo es posible que un país pobre tenga deudas con un país rico cuando éste explota sus recursos, controla su política, su producción y sus exportaciones?

En la cúspide de la pirámide del norte, EEUU, aprovechándose de los recursos de los países subdesarrollados (México, Nigeria, Guinea y su petróleo) y la CEE, con sus políticas agrarias comunes, políticas económicas comunes, políticas sociales comunes, que lo único común que tienen es que agravan aún más las diferencias con el sur.

Pero el sur ya no es el pelele de antaño, el que décadas atrás se acercaba a las verjas de las mansiones con un sentimiento subsidiario de satisfacción al contemplar como los ricos disfrutaban de su riqueza. Ahora es, ¿por qué ellos sí y nosotros no?.

Por eso el sur se levanta, protesta.

¿Consecuencias? La prepotencia tiene un precio. Y ese precio ya se está pagando en forma de violencia e inmigración descontrolada. Una violencia que para una inmensa minoría es justificada y una inmigración que genera múltiples conflictos sociales, económicos, etc. Inmigrantes que huyen de la miseria económica, política y social de sus países y se encuentran con la miseria mental de los que sólo tienen prejuicios en la cabeza. Esos que los llaman subproletariado y que sólo los incorpora a trabajos que rechazan los nacionales y que por tanto son los peor pagados (turcos en Alemania, marroquíes en España, chicanos en EEUU).

¿Soluciones? La creación de infraestructuras en los países subdesarrollados para que ellos y sólo ellos exploten sus recursos con la financiación de los países ricos. Una financiación escasa (0,22 del P.I.B de los países) y demasiado utilizada en hechos concretos y no en cometidos permanentes. Sólo así cabe la posibilidad de que una importante masa de la población pueda mejorar su status social y económico y tener capacidad de participación y decisión en la política.
Esto que podrían ser soluciones, son para el sur ilusiones y para el norte alucinaciones.

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